Eduardo Arroyo

Visita la exposición “Eduardo Arroyo grabador”

Hasta el 7 de marzo de 2021 en las salas 32 y 33 del Museo de Bellas Artes de Bilbao

El Festival Internacional de Grabado y Arte sobre Papel FIG Bilbao y el Museo de Bellas Artes de Bilbao renuevan la colaboración anual que mantienen desde 2012, año en que se celebró la primera edición del festival, y que hace posible la organización conjunta de exposiciones temporales y de otras iniciativas centradas en el mayor conocimiento y difusión de la obra sobre papel.

Sede habitual del festival, el museo comparte esos objetivos a los que suma, además, el de contribuir a la investigación y catalogación de la obra grabada de diversos creadores que han incluido esta disciplina como una parte relevante de su práctica artística.

En esta ocasión se presenta en las salas 32 y 33 del museo Eduardo Arroyo grabador, una exposición dedicada a uno de los artistas españoles más destacados y personales del siglo XX.

Eduardo Arroyo

Considerado uno de los principales representantes de la figuración crítica, los intereses artísticos de Eduardo Arroyo (Madrid, 1937-2018) abarcaron a lo largo de su prolífica carrera no solo la pintura, sino también la literatura –que, de hecho, fue su primera vocación–, la escenografía, la escultura, la ilustración y el diseño de carteles, y el grabado.

Distintos lenguajes que Arroyo supo manejar con eficacia e imaginación para plasmar sus a menudo desmitificadoras imágenes e ideas en una obra llena de referencias literarias, artísticas y biográficas en la que se mezclan el humor, la crítica política y social, y la fascinación por la cultura visual.

Desde comienzos de la década de 1960 Arroyo se dedicó al grabado al descubrir, casi por casualidad, el taller parisino en el que se imprimían los afiches de los pintores Georges Braque o Raoul Dufy, entre otros. De este modo, sentó las bases de una pasión que supo mantener a lo largo de toda su vida.

Los grabados donados al Museo de Bellas Artes de Bilbao presentan, siempre bajo el prisma culto, original y cosmopolita de Arroyo, una excepcional variedad de retratos de hombres y mujeres, no siempre reales, que componen una galería que manifiesta su pasión bibliófila, su amor por la pintura y su interés por las más diversas manifestaciones culturales, desde el boxeo a los toros, desde la haute culture y los deshollinadores y otros tipos populares, hasta las referencias poéticas al valle leonés de Laciana, donde el artista fijó su residencia de verano tras su regreso a España a finales de los años setenta.

En sus estampas, Cervantes, Manuel de Falla, Montaigne, Luis Buñuel o el barón de Coubertin comparten protagonismo con Cleopatra, don Quijote o Lucrecia Borgia, al tiempo que homenajea sin prejuicios a Carmen Amaya y Manolete, siempre con una inventiva visual y una libertad técnica distintivas, que serán constantes durante todo su quehacer artístico.

Ponen también de manifiesto cómo su trayectoria ha estado siempre muy influida por las circunstancias políticas y culturales de la historia española y europea de mediados del siglo XX, que Arroyo no ha dudado en utilizar como referente para su trabajo.

Por último, la historia de la pintura y los pintores se suceden en su corpus de estampas, con retratos y citas de maestros como Rembrandt, Holbein o Goya, personalidades que Arroyo admiró y que le permitieron reflexionar sobre su propia condición de artista.

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